domingo, 20 de abril de 2014

Miedo...


No puedo dormir… y mientras intento hacerlo, las lágrimas salen inexplicablemente de mis ojos… Y también experimento un terrible miedo que me invade cada noche que me detengo a pensar, y recuerdo…
Miedo a que te enamores profundamente de alguien (y creo que ya lo estas), miedo a que las beses con la misma pasión con la que me besabas a mí y les hagas sentir lo mismo qué me hacías sentir con cada beso tuyo, qué me elevaba al cielo y me hacía sentir eterna aunque fuera por un segundo. Miedo a que les hagas el amor como solías hacérmelo a mí, y en esa práctica tan íntima, ellas descubran qué eres el mejor amante qué pueda existir jamás—o por lo menos así lo eras para mí…—Miedo a qué les hables de forma tan hermosa como solías hablarme a mí… Miedo a que las toques como lo hacías conmigo y ellas sientan esa hermosa sensación recorrer su cuerpo con cada toque tuyo, como solía sentirlo yo. Miedo a que las lleves a tu casa, conozcan a tu familia, se acuesten en tu cama a mirar una película con un tazón de palomitas naturales—porque esas son las que más te gustan—, mientras las abrazas y sienten tu calor, mientras las besas ignorando completamente la película, mientras les das palomitas en la boca, como solías hacerlo conmigo. Miedo a qué coman esa deliciosa comida qué tu abuela—siempre tan gentil con las personas— prepara y le queda tan bien, qué se sienten a tu lado mientras comen con la familia, como solía hacerlo yo. Miedo a que ellas te amen de la misma forma en la que yo lo hago y sobre todo, tengo muchísimo miedo a qué tu les correspondas…
Pero mi mayor miedo, el qué supera olímpicamente a todos mis miedos, es perderte… Miedo a perderte para siempre.


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